Una de las escenas paradigmáticas
de la censura en el campo artístico fue la del 23 de enero de 1988 en el Museo
de Arte Moderno a la instalación de Rolando de la Rosa, cuya obra evocaba a
Marilyn Monroe desnuda, representando metafóricamente a la virgen de Guadalupe,
tal acto impulsó a un grupo de fanáticos religiosos conducidos por Pro Vida
para que se desmontara y prohibiera la exhibición de la pieza. El entonces director y crítico
de arte Jorge Alberto Manrique se vio obligado a declinar de la exposición y de
su cargo debido a la presión ejercida por estos grupos.
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Rolando de la Rosa |
Curiosamente, en ese mismo año Manrique
escribe el texto central para presentar la exposición anual de la Semana
Cultural Lésbica Gay que dirigía José María Covarrubias y la cual se llevaba a cabo en el Museo
Universitario del Chopo como hasta la actualidad. En esta introducción Manrique disertaba
acerca de la problemática del concepto de arte gay, proponiendo una reflexión
que abordaba desde una óptica del erotismo y las problemáticas de la aplicación sexo-identitaria a las obras de arte como una categoría
definitoria.
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Fondo I, Centro Académico de la Memoria de Nuestra America (CAMeNA) |
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Fondo I, Centro Académico de la Memoria de Nuestra America (CAMeNA) |
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Otro blanco de críticas
homofóbicas en el Museo de Arte Moderno se generó en 1999 a Nahum B. Zenil,
quien es reconocido como uno de los máximos exponentes del neomexicanismo. Esta
vez el descredito provinó de la investigadora del CENIDIAP: Edwina Moreno. En
el ensayo titulado “La obra de Nahum B. Zenil: una aproximación a la pintura
pornográfica y obscena” de Moreno Guerra, crítica tajantemente la exposición “El gran circo del mundo” usando locuciones como:
“experiencia escatológica y pervertida”
“nos obligaba a entrar para salir del hartazgo
obsceno y hasta repugnante”
“el gran circo del mundo el artista mostraba
públicamente sus reiteradas perversiones sexuales”
“los cuadros de Zenil no provocaron morbo, tal
vez únicamente nos reflejaron el fin de la ilusión, la pérdida brutal de lo
imaginario, del deseo y la seducción propias de la obra de arte a otras etapas
históricas y culturales, obras pródigas de sentido y compromiso, de emotividad
y susceptibles de conmovernos, imágenes pletóricas de metáforas y formas
expresivas, ricas y plenas de forma y contenido”
Las enunciaciones de la
investigadora plagadas de un moralismo inusitado, manifiestan una contundente presencia ideológica que promueve el rechazo
ante la sexualidad y las prácticas homosexuales incluso entre especialistas,
críticos y académicos del campo artístico. Por otro lado, la supresión u olvido
de las representaciones sexuales entre personas del mismo sexo en las producciones estéticas de las distintas cultural en el mundo, es un acto
sistemático e histórico que se ha generado en diversos museos internacionales, aún
entrados en el Siglo XXI, tal acto ha sofocado y silenciado la exhibición y
registro de obras de arte con contenido sexual explícito de actos homosexuales.
Pero antes de estas desventuras
ocurridas en el Museo de Arte Moderno, hacia 1968 la libertad de expresión
artística y cultural era silenciada al igual que meses después se haría con el movimiento estudiantil. La
escena nos transporta a las obras explícitamente homoeróticas que se intentaron
exhibir del artista británico: David Hockney, quien por cierto es abiertamente
homosexual y en 2015 regresó a México, pero ahora con sus increíbles y
enormes pinturas de árboles en el Museo
Nacional de Arte (MUNAL) para la muestra de paisajismo inglés que se insertó en
el marco del año dual México-Inglaterra. En 1968 también era celebrado
un intercambio artístico/cultural por causa de las Olimpiadas, razón por la cual 7 dibujos del artista llegaron embalados a la Ciudad de México.
El dato curioso son las
expresiones inquietantes y moralinas de la entonces directora del MAM, Carmen
Barreda, y el escritor Agustín Yáñez, secretario de Educación Pública de
Gustavo Díaz Ordaz, quienes ordenaron retirar de una exposición la obra del
artista británico D. Hockney, ya que contenía en su composición hombres desnudos
o semidesnudos, con evidentes evocaciones homosexuales.
“Nunca había visto nada igual en
mi vida”, dijo al desembalar los cuadros de Hockney la entonces directora
Carmen Barreda, “No se debe exhibir”, dispuso el escritor Agustín Yáñez al
enterarse que se expondrían desnudos homosexuales dibujados por el pintor David Hockney en el
Museo de Arte Moderno.
Por cierto que en el rescate de la comunicación
entre el embajador británico y Carmen Barreda, realizado por el comunicador
Raúl Olmos, se argumentaba que “la carta del embajador Hope hace alusión que
Carmen Barreda pidió retirar los desnudos de Hockney porque, según ella, su
exhibición podría
inspirar a otros
artistas homosexuales a seguir su ejemplo”.
“Ella ve muy dudoso mostrar los desnudos en la Ciudad de México por dos
razones: en primer lugar, la exposición podría atraer a una multitud de damas y
jóvenes beatniks que pueden provocar escenas desordenadas en el museo; y, en
segundo lugar, la presentación de estas piezas puede animar a los artistas
homosexuales en México (de los cuales la señora Barreda indicó que eran muchos)
a pensar que pueden salirse con la suya, dibujando o pintando temas similares”,
escribió el diplomático británico.
A pesar de todas estas escenas
homofóbicas históricamente documentadas y disfrazadas de ética institucional por parte de las autoridades artísticas en México, el
miércoles 24 de junio de 2015, después de
47 años de censura, el Museo de Arte
Moderno abrió sus puertas al Festival Internacional por la Diversidad Sexual,
la ya adulta Semana Cultural Lésbica Gay
que parió José María Covarrubias y que ha seguido amamantando Salvador Irys a
través de Altarte A.C.
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Foto: Fershow Esarcega: Fernando Osorno, Salvador Peña y Salvador Irys |
La inauguración se complementó
con un performance en que intervinieron chicas y chicos desnudos que se
paseaban cómodamente en el Jardín del MAM, sin olvidar los detalles agregados
por el equipo del museo que apoyó este proyecto: Janice Alba, Daniel Quintero y
Edgar Galindo, quienes se esforzaron en agregar detalles de banderas de arcoíris
como un símbolo de vínculo y reivindicación, como aquella escena en que Neil
Armstrong llega a la luna y coloca una bandera estadounidense cuyo acto representaba la apropiación simbólica de un espacio. Este año será definitivamente recordado,
puesto que a esta conquista en el Museo de Arte Moderno mexicano, se conjuga la patrimonialización
como monumento histórico el bar de Stonewall, en cuyo espacio detonó el
movimiento de liberación homosexual.
La apropiación de espacios no son más que el resultado de muchas décadas de lucha por parte de activistas, artistas, intelectuales y personas que se han sumado en una resistencia total ante la opresión homolesbotransfóbica.
Por: Maai Ortíz
Coordinador de Artes Visuales del Festival Internacional por la Diversidad Sexual
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Fernando Osorno construyendo la pieza AMOR DE PAPEL |
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Gloria Careaga
Foto: Antonio Marquet |
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Janice Alba
Foto: Oscar Sánchez |
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Montaje de la pieza Amor de Papel por Fernando Osorno |
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Invitación Oficial: Amor de Papel de Fernando Osorno
Museo de Arte Moderno y Festival Internacional por la Diversidad Sexual |
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Foto: Mario Hernández |