lunes, 19 de marzo de 2018

De la exclusión a la institucionalización. Exposición LGBT+: Identidad, Amor y Sexualidad. Museo de Memoria y Tolerancia



De la exclusión a la institucionalización.

Exposición LGBT+: Identidad, Amor y Sexualidad.

Museo de Memoria y Tolerancia, Ciudad de México.

por Maai Ortíz


Hace ya casi un año se generó un polémico evento por parte del intento fallido de la intervención drag de Mikonika en el Museo de Memoria y Tolerancia (MMyT), ante el suceso, algunos activistas y personas LGBT+ se mostraron a favor de realizar  una manifestación, declaración o simplemente evidenciar las prácticas discriminatorias de este recinto a través de distintos medios. A pesar de la disputa que se dio en redes sociales y por parte de las declaraciones de las autoridades del MMyT, el caso quedó a la deriva y como muchas noticias, se dejó a un lado la situación, pero sin olvidar  la incriminación ideológica emitida a esta institución. Tal problema, insertó una duda acerca del discurso de inclusión, tolerancia y no discriminación del museo, temas a los que debe su existencia.

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Imagen: https://www.animalpolitico.com/2017/04/museo-drag-queen-memoria/

Dada la incongruencia en que pudo haber incurrido un museo que en sus siglas predica la tolerancia, se vio en la necesidad de emprender acciones que fueran más allá de un discurso de no discriminación, ya que estaba en entredicho su misión y visión institucional. A pesar de que este museo privado ya había realizado eventos con organismos como COPRED con respecto a tratar los temas de la exclusión, es posible (casi certero) que la exposición LGBT+: Identidad, Amor y Tolerancia, haya surgido en respuesta a este evento que dejó una página oscura en la historia de este espacio, que de por sí ya ha sido cuestionado y criticado por el corte de sus exposiciones permanentes, así como el tratamiento que le da al tema de la memoria. (Véase el trabajo de Fonseca y Vargas, 2015).



El jueves 16 de marzo de 2018, me di a la tarea de visitar esta exposición y sus ocho salas para conocer de primera mano lo que estaba ocurriendo. Antes de emitir mi opinión acerca del tema, considero necesario aclarar que mi interés no fue solamente para advertir la supuesta resolución del  escandaloso evento que hace un año en el mes de abril puso en tela de juicio al MMyT.

En realidad desde hace ya algunos años he colaborado con el Festival Internacional por la Diversidad Sexual (antes Semana Cultural Lésbica Gay, impulsada principalmente por José María Covarrubias), evento que marcó mi desarrollo profesional como gestor cultural por el contacto que tuve con diferentes personajes históricos y actuales del activismo, la cultura, el arte, entre otros académicos que han tratado el tema LGBT+, pero sobre todo por las exposiciones que el FIDS ha gestionado en diversos museos y espacios culturales, y en las cuales participé de manera directa e indirecta. Esto lo menciono porque me parece importante que se conozca mi lugar de enunciación y por qué esta exhibición me hizo reflexionar algunas observaciones que considero no menores. Asimismo en los últimos meses me he dedicado al análisis de exposiciones militares, así como en la búsqueda de una reflexión acerca de los contrarelatos del Estado, como el caso del Museo Casa de la Memoria Indómita.

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Mi interés no es calificar las cuestiones técnicas de la exposición en cuanto a su montaje, estética o disposición museográfica, más bien me interesa la dimensión política. También considero que ya se han dado a conocer varias reflexiones importantes de voces autorizadas en el tema, me refiero al caso de Braulio Peralta o el de Manuel Arellano, a quienes tengo el placer de conocer y con quienes comparto varios puntos de vista. Sin embargo me interesa centrarme más en lo que implica institucionalmente una exposición de este tipo en el MMyT.

De entrada considero que efectivamente esta exposición que seguramente no había sido un tema planeado por sus directivos, fue una forma de resolver el escándalo que surgió a raíz del penoso evento suscitado en sus instalaciones en el mes de abril de 2017. Haya sido cierto o no, lo importante es que trascendió mediáticamente. Ante esta incomodidad, era imprescindible emitir más que una declaración del Museo, una acción concreta y creíble de sus valores institucionales que pudiera corroborar su compromiso ideológico. La respuesta tardada, pero estratégica del museo generó políticamente una reivindicación a sus posturas de Tolerancia. Sin embargo, considero que también dio lugar a otras dinámicas interesantes las cuales quiero comentar.

Una de esas dinámicas que me parece trascendente es que el MMyT se dio a la tarea de invitar a activistas, artistas, académicos y demás personajes de las colectividades LGBT+ a su inauguración. Este acto protocolario logró articular a distintas voces afirmando y legitimando la institucionalidad del museo. En un acto simbólico, la asistencia y participación reivindicaba la posición del museo como un dispositivo polifónico donde las voces eran apropiadas en una acción afirmativa por parte del discurso museístico, que bajo esta invitación/asistencia era autorizado y aprobado por los que al parecer habían sido simbólicamente discriminados como colectividad en la incómoda intervención drag.

Es importante reconocer que en estos tiempos, los museos parecieran ser de esas pocas instituciones que aún pueden presumir de credibilidad, y esa fortaleza es comprensible frente a la crisis del Estado mexicano y sus organismos, que intentan ya no digamos atender la ejecución de la justicia o luchar contra la corrupción, puesto que dejan mucho que desear en cuanto al tema de los derechos humanos.

Esta estrategia de reivindicación se había generando desde enero de 2018 con el préstamo del espacio para la presentación y encuentro que tuvo Claudia Sheinbaum con un segmento de la Coalición LGBT de reciente formación y en la cual estuvieron participando activistas de casi todo el país. La exposición es entonces una extensión de estas acciones afirmativas y también es una forma de resarcir la imagen negativa que se había generado en medios y redes sociales, procurando  entonces, una reivindicación simbólica, discursiva, pero sobre todo política. Tan solo recordemos que parte de los planes del museo es mantener tal exhibición hasta el día de la histórica marcha por el Orgullo LGBT+.

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Imagen: https://www.sdpnoticias.com/gay/2018/01/24/promete-sheinbaum-clinica-en-cdmx-especializada-en-salud-de-personas-trans

Sin embargo, Sheinbaum no es la única que ha utilizado simbólicamente este espacio para construir una imagen positiva de su candidatura hacia las colectividades disidentes, sino que en últimos días, circulan videos e imágenes de candidatas, políticos, artistas y demás personajes de la vida pública han utilizado el espacio expositivo como una plataforma política para mostrarse como aliados o simpatizantes de los derechos LGBT+. Ahora bien, esto no significa una crítica necesariamente negativa o con fines de desaprobación hacia estos actos de simpatía, ya que desde 1978 (fecha simbólica de la primera salida del clóset del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria) se ha luchado por la reivindicación de la orientación y preferencia sexual ante la sociedad. Sin embargo, en el contexto de tal exposición es necesario entender este proceso cultural, social, pero sobre todo político del evento.

El contexto nos lleva a situar el acontecimiento en el marco del proceso electoral de 2018, donde se está buscando incluso por parte del Partido Encuentro Social  (PES) no vincularse negativamente como agente de discriminación o de reproducción de prácticas homolesbotransfóbicas. Qué mejor que un baño de tolerancia y apertura de mente que visitar una exposición sobre Diversidad Sexual en un recinto emblemático, aprobado por las colectividades LGBT+, cuyas selfies circularan en redes sociales, buscando el tan anhelado direccionamiento de la opinión pública.

En esta exposición encuentro varias cuestiones que llamaron mi atención. Por un lado es evidente la presencia de una voluntad didáctica y pedagógica a través de los contenidos tanto visuales como de los textos expuestos. Básicamente el logro de esta propuesta es la visibilización y la necesidad de educar al público asistente con respecto a la diversidad sexual de una manera positiva. Tales acciones desde una propuesta educativa son plausibles, aunque también hay una especie de jactancia y autoelogio por parte de las autoridades del museo que se condecoran al declarar que son la primera exposición de este tipo en el mundo. Lo cual me parece interesante, ya que considero que muestra de alguna manera el pináculo de una privatización e institucionalización cultural de las luchas LGBT+. Con esto quiero decir que antes de esta exposición, muchas personas trabajaron en diversas propuestas de exhibiciones, sobre todo desde el ámbito artístico, para encontrar en el terreno cultural un arsenal de guerra para empoderar, visibilizar y reivindicar a las colectividades LGBT+. Precisamente la Semana Cultural Lésbica Gay a través de la Pepa, es un ejemplo de esta postura. Curiosamente no tomado en cuenta en la cronología que se encuentra en una de las salas de este recinto.





No podemos prescindir que cualquier exposición está inmersa en un contexto político, pero también donde se desarrollan políticas de selección donde se ejecutan acciones de memoria y olvido. Braulio Peralta en su texto acerca de la exposición hace mención precisamente de estas cuestiones, y Arellano también genera una respuesta que reflexiona acerca del tema. Este evento ha producido por la gran asistencia de públicos un gran peso social, debido precisamente a su afluencia y por el reconocimiento institucional, pero también por la legitimidad que ya fue otorgada por las colectividades disidentes, aunque no todas, cabe aclarar. He aquí una representación de la institucionalización a la que me refiero.

En estas políticas de memoria y olvido, que de alguna u otra manera fueron tuteladas por la institución museística me pareció interesante algunos  aspectos que percibí y provocaron un cuestionamiento personal hacia la exposición:

1) La desexualización y borramiento de la afectividad: es comprensible que el MMyT busca llegar a un gran público, incluyendo por supuesto al sector infantil. Sin embargo más allá de una queja de la negativa del museo en mostrar corporalidades concretas, me refiero a la simple muestra de afecto. Los colores y la saturación de imágenes como en la primera sala de las familias o en la cronología no existen mujeres que se abracen, hombres dándose un beso, dragas, entre otras representaciones que son forcluidas visualmente, no pude hacer otra cosa más que preguntarme ¿las representaciones del amor que dan título a esta exposición dónde quedaron?. Esto es particularmente interesante porque permanece el discurso de respetar la existencia, pero de eso a mostrarse en público, eso ya es otra cosa. En ese sentido, la supresión de toda imagen de afecto me parece grave si es que se busca una pedagogía visual, lo cual no se manifiesta en el museo, porque se centra en una sensibilización teórica.





2) Sensibilización teórica: considero que en este punto debemos colocar nuestra reflexión en torno a que el MMyT no busca visualidades que representen o muestren la Diversidad Sexual en sus expresiones más básicas como es el afecto, el cariño o la acción de empatar el amor heterosexual al  sexodiverso. La fórmula se centra en reconocer que somos diferentes, que es prácticamente el mensaje de la sala de fotografías de familias. Otra operación es la sustitución, donde la bandera de colores es yuxtapuesta a las personas de carne y hueso. Tal lenguaje de color y texto permite evitar una visualidad del afecto o el contacto humano. En este sentido, podríamos bien haber leído un libro de educación sexual que atendiera los temas de la diversidad sexual y daría el mismo efecto. La estrategia utilizada por tanto fue llevar el texto pedagógico al dispositivo exhibitorio.

3. La curaduría del olvido: en este caso no me interesa señalar los por menores que ya señaló Braulio Peralta en sus análisis, sino que de verdad reflexionemos sobre una cronología que busca insertar la cuestión local en lo universal. Esta operación también es muy interesante, aunque me parece que ha generado fuertes cuestionamientos por parte de activistas históricos que coinciden en la ausencia de muchos personajes y grupos emblemáticos. La respuesta general que recibimos de curadores en estos casos es que no se puede poner todo y eso es lógico y aceptable. Sin embargo, también es necesario que quienes organizan y curan una exposición, se vean obligados a aceptar y responder hacia el cuestionamiento de las políticas o direccionamientos del por qué hay ciertos personajes/grupos que entran y otros no en cuanto al proceder de la acción de seleccionar los pasajes de la memoria. El ejercicio no es fácil, porque se repite en cualquier museo de corte histórico. Pero esto tiene que ser analizado pensando en los intereses, el lugar de enunciación y el evidente discurso de autoridad que se le ha otorgado a la institución museística.


4. Cuidado del discurso curatorial: en este punto me parece emblemático que por ejemplo muestren en la cronología el periódico del Alarma, pero no otros diarios que también hacían gala de su homofobia en los setenta y ochenta. Para mayor información se puede asistir al FONDO I, del Centro Académico de la Memoria de Nuestra América. Esto con el fin de revisar los múltiples recortes de periódicos coleccionados por el Archivo Nancy Cárdenas y el Colectivo Sol para demostrar el tratamiento de los medios. Esta política de selección es trascendente porque sigue manteniendo el prestigio de las empresas periodísticas, revelando nuevamente la protección de la imagen pública y los intereses políticos de quienes posiblemente podrían cubrir la nota. De igual forma tampoco se recuerdan las razzias ni se señala al Estado mexicano como uno de los agentes que persisten en una actitud de indiferencia a los crímenes homolesbotransfóbicos y mucho menos se hace referencia al pasado de sus instituciones represoras y estigmatizadoras. En este sentido, tanto el capital privado como el Estado son intocables en una cronología que queda pendiente, me refiero a una cronología política y negativa que muestre las fobias institucionales hacia la disidencia sexual, así como los agentes que han reproducido la homolesbotransfobia en sus diferentes ámbitos y contextos históricos.




Reflexión Final

La exposición a pesar de ser “la primera en el mundo” es una semilla que esperemos no muera por los intereses y el contexto político, sino que nos incite a la reflexión más profunda de la necesidad de seguir promoviendo estos espacios para hablar del tema. Lo cierto es que estas infografías expuestas no logran aún llegar a la propuesta de Didi Huberman para entender la exposición y su potencial político. Me refiero a esa reflexión que Huberman realiza con respecto a la exposición como máquina de guerra. Para este autor, la exposición es un acto político porque es una intervención pública, y a pesar de que sea ignorado esto en muchas ocasiones al visitar una exhibición, sigue siendo una toma de postura dentro de la sociedad.

 Si bien es cierto que en este sentido y ante el avance de la derecha y la fuerza del conservadurismo en América Latina esta apuesta del MMyT resulta significante, especialmente ante amenazas como el  Frente Nacional por la Familia. En tiempos electorales también se impone como un espacio simbólico de legitimación, adulación, reflectores y una teatralización de los derechos LGBT+ que no terminan en el matrimonio, con vestidos de novia, fiestas, trajes finos y champagne, pues nos siguen matando y en los ministerios públicos nos siguen dejando en carpetazos. Las compañeras trans siguen teniendo problemas con cuestiones legales respecto a su identidad, problemas laborales, de salud y siguen experimentando una terrible violencia por parte incluso de las autoridades, el matrimonio igualitario ni siquiera es una apuesta para todas las personas LGBT+, ni tampoco es un derecho que se haya conseguido en todo el país. El caso de la población lésbica es bastante complejo ante un mundo machista, donde ciertamente los reflectores hacia los hombres homosexuales ha sido el más visibilizado, y ya no hablemos siquiera de la situación de las mujeres en general. Asimismo la población bisexual también permanece invisibilizada e incluso estigmatizada al interior de las colectividades lébico-gays.






La exposición LGBT+: Identidad, Amor y Sexualidad, podría bien prescindir de amor y sexualidad, temas que difícilmente podríamos visualizar en sus salas. A pesar de sus ausencias, olvidos y desmemorias, sigue siendo una apuesta importante y bien recibida, pero no por eso tendríamos que ser condescendientes con las problemáticas que presenta. Esperemos que se siga explorando en espacios públicos, privados e impulsados por la sociedad civil estas exposiciones que efectivamente son necesarias, pero también que sean sumamente comprometidas con la forma de abordaje. Cabe mencionar que las dos instalaciones de Jeong Mee Yoon y Lorena Wolfer son valiosas aportaciones. En especial la propuesta de Wolfer que rescata en muchas de sus fotografías el proyecto de educación radical La Lleca, proyecto que coloca la problemática del afecto y el cariño en sistemas carcelarios como uno de los temas principales de sus intervenciones, proponiendo la construcción de lazos más allá de los sanguíneos y reconocidos por el Estado.

Otro detalle interesante que no podemos olvidar es la serie de marcas, instituciones y organismos que patrocinan la exposición. Lo cual resulta interesante en cuanto a reflexionar sobre el Mercado Rosa. Esto sería un análisis muy interesante para otro momento. Solo mencionaré que esto no es menor, porque uno de los reclamos y dolencias de muchos activistas es la polémica que surge a partir de la participación de empresas en las marchas del Orgullo LGBT+ en junio. Recordemos que hace ya unos años hubo dos marchas, cuyo despliegue doble se fundamentó entre otras problemáticas, en la participación de empresas, que no necesariamente se han identificado por su solidaridad, apoyo y reconocimiento con las colectividades LGBT. Por supuesto hemos entrado a la lógica del target mercadológico e intereses que la iniciativa privada pretende en  su búsqueda de nuevos mercados y el reconocimiento de “empresas socialmente responsables”. Actualmente sabemos que en el ámbito privado se especializan en generar campañas progresistas con la finalidad de ganar capital simbólico que se traduce en reconocimiento y aprobación por parte de ciertos sectores sociales. No es que tengamos que tirar por la borda estas acciones, pero las colectividades LGBT+ son más que una campaña política, más que un target mercadológico y más que una exposición temporal de un museo. Tan solo recordemos ese emblemático e icónico texto de José Joaquín Blanco: "Ojos que dan pánico soñar" para visitar esta exposición con una mirada crítica.



CONSULTAS:

ARELLANO, L (2018). No todo es gay
MONCADA, D. (2018). ¿Ya visitaste la exposición LGBT+ en el museo de Memoria y Tolerancia?
PERALTA, B. (2018) “LGBT+”. Errores y omisiones
PONCE, A. (2018). Identidad, Amor y Sexualidad en el Museo Memoria y Tolerancia
EL UNIVERSAL
DESASTRE.MX


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